Violencia Vegana

Acabemos con la tiranía de las bocas sanas en cuerpos mal alimentados. Nútrete a base de plantas y vive miles de años, en el mal.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Ella no quería, oiga... Esta semana:

LA QUÍNOA
(Pelotillas del culo del Hijo del Sol, listas para nutrir la pancita de los neoconquistadores)
DIFICULTAD: Tartamudo
TIEMPO DE PREPARACIÓN: En media hora, como quieras.

Si te digo que esta semana te traigo el alimento que condensa el carácter y la fuerza de un imperio milenario que gobernó interminables cadenas de misteriosas montañas, es muy probable que se te haga el culo Pechicola. Pero luego te acuerdas que ciento y pico trujillanos andrajosos les hicieron morder el polvo y se jode la magia.

Hoy la violencia vegana retorna más violenta que nunca, decidida a cagarse en el multiculturalismo, reírse de los jipis idiotas y hacer prensa abusando del mil veces sojuzgado pueblo Aymara. Esta semana su hijoputa alimentario favorito les trae… la Quínoa.

¿Y qué coño es eso? Me dirán ustedes. En España, el país en que pasamos a empujones del pasodoble al jevi, y de ahí, en natural decadencia y fusión extranjerizante, a la oreja de van Gogh y estopa, siempre hemos sido un poco lentos y cándidos a la hora de adoptar modas foráneas. Pero al final, nos pasa como al arahuaco con las cuentas de vidrio, tarde pero caemos en todas. Cuando hablamos de exotismo culinario, el español enterado nivel I (buenrollista de fin de semana o listillo dietético beginner) se queda en el guacamole, el arroz basmati, el hummus y el té de jazmín. Todas ellas cosas extranjeras de países pobres, que después triunfaron en otros países (también extranjeros) más ricos y que veinte años después llegan aquí. Ahora de la Quínoa (o quinua, o quinwa) todavía ni papa. Varios centenares de españoles enterados de nivel II y III ya la conocen (como un servidor) pero ahora mismo en USA y Alemania es lo que peta, el nuevo cuscús, el pasaporte más sencillo y sabroso hacia la modernidad y el compromiso con las culturas milenarias, desde el gañote hasta el ano.

La Wikipedia te dirá solemne que la Quínoa es un pseudocereal (es decir, una planta herbácea) originaria de los Andes, usada por casi todas las civilizaciones andinas como alimento, primero en su variedad salvaje y después mediante el cultivo selectivo. El éxito de los Incas la extendió por toda Sudamérica, pero cuando llegaron los trujillanos bestiales les pareció una puta mierda y la confinaron a los valles menos colonizados, ninguneándola  y considerándola comida de indios y de guarros. Y así siguió hasta que el gringo hippie de turno o el alemán perriflaútico la redescubrieron para occidente en los terribles años 70. Desde entonces, como he dicho antes, lo peta en los salones de lo cool-saludable de medio mundo (hasta el punto de que, en países como Bolivia donde era parte integrante de la dieta popular, el aumento de los precios provocado por el ansia importadora de izquierdistas occidentales la ha convertido en prohibitiva para las clases humildes. Pollazo del comercio justo right in yo-face). Hablando mal y pronto, la Quínoa es una cosa rara, que recuerda al cuscús en la textura y el aspecto, pero que al probarla te deja un sabor suave y único. No sólo es ligera y sabrosa, además es muy apañadita y absorbe sabores con mucha facilidad, por lo que se la puede usar, un poquito como la pasta, con todo tipo de ingredientes a los que su personalidad se va a adaptar quedando siempre fetén- que te cagas, a no ser que no la jodas, torpedo, que nos conocemos.

¿Dónde encontrarla en España? Casi cualquier herbolario la tiene, aunque también se encuentra con facilidad en el Carrefour (en la sección bocas sanas-cuerpos mal alimentados) y hasta en los locutorios sudamericanos. ¿Precio? Entre tres y cinco euros la bolsa de kilo, según el lugar. Por cierto, ten cuidado y no compres la versión inflada ni la pelada, pilla la natural o te arrepentirás, oh, rudo aprendiz del veganismo más descarnado.

He aquí las cuatro edades de la Quínoa
Origen  
Colapso   
Resurgir
Decadencia final

Procedamos a enumerar los INGREDIENTES

  • 350 gr de quínoa (más o menos un tercio del paquete, o un vaso español entero)
  • 1 chorro de aceite de oliva.
  • 1 diente de ajo picado.
  • Media cebolla de las moradas.
  • 2 Guindillas pequeñas.
  • 1 pastilla de caldo vegetal.
  • 2 zanahorias grandes (anden o no anden).
  • 100 gr. de champiñones.
  • 250 gr. de espinacas.
  • 1 tomate grande.
  • Tomillo.
  • Romero.
  • Pimienta negra.
  • Pimentón picante.
  • 2 kg. de Estramonio (opcionales)
CONCEPTO

Hoy pues, emularemos la desdentada furia del guerrero Aymara y nos cocinaremos una pedazo de Quínoa con espinacas que quita er sentío. La idea en primer lugar es sofreír el grano al ajillo, para que adquiera el sabor propio de los pastores del mediterráneo. Es un pequeño acto simbólico que representa el modo en que la cultura andina fue masacrada estultamente por los rudos hijos de los canchales de la meseta. Después coceremos el resultado en dos fases, una primera con vegetales duros y otra con blandos. Nuestro propósito es conseguir una sopa con poco caldo y mucho sabor. La quínoa no es tan buena para follar como otras recetas veganas, al ser un poco rara y tener un cierto aspecto como de pobre, así que se recomienda para parejas ya establecidas o para pajeros con conciencia de clase.
Te vas a poner SIEGO a plantas, cabrón.


PREPARACIÓN

La preparación es de lo más sencillito de este mundo. En un perolo mediano (con tapa, lo digo ahora para que no la cagues luego), echas un poco de aceite de oliva y las dos guindillas. Calientas el aceite a fuego medio y cuando las guindillas comiencen a freírse añades el diente de ajo picadito muy fino. Baja un poquito el fuego (que si no se te churrusca el ajo) y cuando empiece a dorar la mezcla añades la media cebolla morada, también picada fina.

A los cinco minutos, cuando la transparencia inmisericorde afecte a la rica raíz cipolina, viene la parte más estresante de la receta. Verteremos la quínoa, junto con las especias (tomillo, romero, pimienta negra y pimentón picante), el cubo de caldo vegetal partido en seis o siete trozos a ojo y un pelín de sal. Durante dos minutos, refreiremos la hierba del altiplano junto con las especias y el ajillo hasta que adquiera un color amarillento. Cuando esto ocurra, añadiremos dos vasos de agua y subiremos el fuego hasta que hierva.

Cuando el agua rompa a hervir, es hora de añadir la zanahoria y los champiñones picados. Aquí la receta ofrece cierta flexibilidad: si te gustan los vegetales duros y crujientes, pica la zanahoria gorda. Si los prefieres blandurrios, pícala finita, o en cubitos pequeños. Hay gente que también le gusta ponerle patata a la quínoa, por la cosa de caer en el super andinismo incaico. A mí no me vuelve loco, pero allá tú. Obviamente, si tú, oh hijo de puta carnívoro que me lees contra natura, decidieras poner carne en la receta, ahora también sería el momento. Decir no obstante que si no quieres que el Dios Inti y el espíritu vengador del Tawantansiyu te persigan incansables sedientos de venganza el resto de tus noches, asegúrate de que la carné que añadas sea de chinchilla o de cobaya. Joder, vaya digresión larga de cojones. Una vez vertidas las verduras, bajamos el fuego, tapamos, y dejamos cocer DIEZ minutos (sin relación con la publicación semanal).

Usa ese tiempo para meter las espinacas en agua (si tienes caldo, mételas en caldo, ladrón) y llevarlas a un hervor, para que se mustien las hojas y reduzcan su volumen. Pela el tomate, límpialo de semillas, trocéalo y mézclalo con las espinacas bien escurridas. Cuando los diez minutos lleguen a su fin, añade esa mezcla a la quínoa, junto con un chorro de vinagre (crianza) y un poquito de zumo de limón (ambos, como habéis visto, clásicos básicos de la violencia vegana). Deja cocer la mezcla cinco minutos más (fuego lento, cazuela tapada). Retira del fuego. Vaya peazo de quínoa con espinacas que te acabas de currar, chavalote. Si cocinas para tí solo disfruta como una cerda y guarda las sobras, que mañana van a estar más ricas. Si cocinas para más gente, no olvides ocultar la existencia de este blog  y tirarte el pegote de que es una receta propia, o que la aprendiste en un viaje de misionero-aventurero en Paraguay (si en tu casa son de izquierdas, reemplaza “misionero” por “cooperante-guerrillero” y a correr).

Hasta aquí ha llegado el Violencia Vegana de esta semana, el primero tras varias de silencio. Pediríamos disculpas por la ausencia, pero nos importáis una mierda, así que pasamos. La semana que viene estate pendiente chacho porque más maravillas vegetales vendrán a sembrar el terror culinario en tu barriguita educada a base de cocidos monstruosos y pizzas de Casa Tarradellas. Me gustaría mucho también invitaros a colaborar en la violencia vegana, proselitizando, chivándose a Elena Nevado o incluso participando en el blog. Mándanos tus recetas y las publicaremos aquí, para que lleguen a todos los violentos de corazón vegano.  Ale, a mamarla.

lunes, 8 de agosto de 2011

No nos ibamos a quedar contentos solo con una, cerdos. Esta semana...

HUMMUS 
DIFICULTAD: Como Stephen Hawkins bailando con el hoola-hop.
TIEMPO DE PREPARACIÓN: 40 días y 40 noches.

Perras carnívoras e hijos del Vegan Roll,

De las catacumbas del sabor vegetal, hoy les traigo a ese campesino desdentado disfrazado de hipster que es el Hummus.

El Hummus es como Juan Pablo II: le quiere todo el mundo. Es también una de las mejores maneras de, con unos ingredientes del tercer mundo (limones –yonki-, garbanzos –campesino medieval-, aceite –maricón-) conseguir un producto chic, que goza de una alta aceptación social y molón que te cagas… por obra y gracia de la túrmix. Intenta imaginarte al mayordomo en la casa de la Preysler paseándose entre los invitados ofreciéndoles una bandeja de garbanzos cocidos PIIIIII ¡Error! No computa, ¿verdad?  Ahora piensa en el mismo andoba paseando un pote de Hummus de la muerte. Perfectamente plausible. Y no deja de ser lo mismo, GARBANZOS COCÍOS, pero quedas como un señor.
Esto son Garbanzos.

Esto es hummus.

La inexplicable razón de su fama mundial la enlazamos en esta casa con la también sorprendente fama que la “dieta mediterránea” (sea lo que sea eso) ha adquirido en EEUU. ¿Qué razones han podido tener los nutricionistas americanos para pronunciarse a favor de esta dieta? A mí se me ocurren dos:

1.- Nunca han visto a los seres bajitos e iracundos que produce, en su medio natural. Porque no jodamos, criticamos la dieta anglosajona y vacilamos de la propia (tortilla de patatas, wueeeeeeeeh!), pero su dieta produce Michael Phelps y la nuestra Alvaro Vitalis y Alfredo Landas.

2.- Obra y gracia del lobby israelí.
Idealización de la Dieta Mediterránea.

Este los garbanzos ni los huele.

Además, esta rico el hijo puta. La violencia vegana os trae hoy una receta versátil y sencilla; sabemos que hay muchas versiones ahí fuera, pero nos suda los cojones: prueben esta o sufran la ira del cabrón comeplantas.

INGREDIENTES
  • 400 gr de Garbanzos
  • Un vaso del caldo de cocer los garbanzacos.
  • 2 limones pequeños.
  • Un par de chorros generosos de vinagre crianza. No pongáis Módena cabrón que esta dulzón y lo jode.
  • Medio vaso de aceite de oliva.
  • La cola de una lagartija cortada una noche sin luna en el cementerio (mwhahahaha…)
  •  3 dientes de ajo.
  • Una cucharada sopera de Tahini.
  • Una pastilla de caldo vegetal.
  • Pimentón picante.
  • Pimienta negra.
  • Comino.
  • Una rama de perejil.

Opcionales para las diferentes variedades:
  • Una lata o frasquito pequeño de Anchoas.
  • 150 gr. de champiñones.
  • 150 gr. de aceitunas sevillanas.
  • Un frasco pequeño de pimientos del Piquillo.
  • 100 gr. de espinacas frescas…
  • Mierda de tu perro, ¿yo que sé?, esta es una receta abierta, le puedes poner lo que te salga del chocho.
CONCEPTO

El espíritu de esta receta es precisamente su ausencia de concepto y su flexibilidad: el limón y el vinagre podrían sustituirse mutuamente. Las especias son intercambiables (aunque recomendamos encarecidamente la combinación comino- pimentón picante). Por último, se puede hacer hummus estándar, o hummus de sabores diversos, añadiendo ingredientes al azar al principio del proceso de batido. En esta casa hemos llegado a hacer (con éxito de público y crítica) hummus de champiñones y aceitunas, hummus de pimientos del piquillo, hummus de espinacas, hummus de anchoa y hummus de alcachofa (los he puesto por orden de “más rico” a “me lo como por compromiso”). Así que usen su puta imaginación y háganse el hummus que a ustedes les ponga burros… pero hagan el favor de, si sale rico, compartirlo en este blog, comentando la receta. Estarán ustedes contribuyendo a la difusión y consolidación de la violencia vegana en este mundo cabrón.

 PREPARACIÓN

El único dolor de huevos que te va a causar este plato es el que resulta de pasarse dos putas horas y media cociendo los garbanzos, previa puesta en remojo por al menos doce horas. No obstante son actividades pasivas, puedes cocer los garbanzos mientras estás a otra cosa y echarles un vistazo cada media hora. La única consecuencia negativa de este proceso es que no puede uno hacerse un hummus rico así de capricho, en el momento: requiere planificación, como follar con viagra.

Por tanto, tras toda la noche los garbanzos en agua con sal, los pones en un puchero con el agua a doble altura de lo que ocupen los garbanzos, una pastilla de caldo vegetal, un chorrito de aceite de oliva y algo de sal. Algunos carnívoros hijos de la gran puta aquí le pondrían un trocito de jamón y malo no quedaría, pero luego cuando les dé el ictus por el colesterol, a ver cómo le explican a los vecinos que no es por culpa de la droga.

Es cierto que se podría usar una olla exprés y tener los garbanzos cocidos en una hora, o que incluso se podrían usar garbanzos de lata y ahorrarse todas estas incomodidades, pero la diferencia va a ser la misma que hay entre follarse a Sofía Loren y follarse a Victoria Beckham (olla exprés) o a Belén Esteban (garbanzos de lata). Yo, personalmente, no veo color.

El mejor resultado se va a obtener usando agua fría y limpia (si es posible filtrada por brita, o mineral), llevándola a ebullición y después bajando a fuego medio bajo (5 en la vitro) y cubriendo. El garbanzo lechoso de hacendado probablemente tarde al menos dos horas en hacerse en estas condiciones, aunque estas cosas varían. Acuérdate de pasar cada media hora a removerlos un poco y a vigilar el caldo: asegúrate de echar más agua si baja mucho, porque vamos a necesitar como mínimo un vaso de caldo para hacer el hummus.

Una vez estén cocidos, escurre los garbanzos, y guardalos separados del caldo (Al igual que las parejas adolescentes en la habitación, si los dejas solos, los garbanzos se lo van a chupar).

En este momento estás a diez minutos de tener entre tus zarpas un hummaco que te cagas. Aun así recomendamos esperar un ratito antes de empezar, para que los garbanzos no estén tan calientes.

Ahora toca hablar de la batidora. En España, por alguna razón misteriosa (racanería ancestral y quizá gusto excesivo por la mayonesa), todavía se usa generalizadamente la batidora de mano. El problema de la batidora de mano es que hay que tener una habilidad brutal y pasarse horas y horas si quieres que algo quede bien batido. Si tienes esa habilidad, te sobra el tiempo o no te importa pasarte la tarde escupiendo pellejos después de comerte el hummus, adelante y usa la batidora de mano. Pero desde aquí, recomendamos violentamente (como si no) la batidora americana, de vaso (de casta le viene al galgo).
Tal que asina

Vamos a comenzar pues: lo primero es echar los tres dientes de ajo pelados enteros y picarlos. No olvides ponerle la tapa al vaso de la batidora o los trocitos volarán cual bandada de gaviotas por tu cocina.

El segundo paso es el más serio y el que más enjundia tiene. Aquí puedes elegir entre saltártelo (si quieres Hummus estándar) o añadir los siguientes ingredientes, en función de la variedad que quieras producir:

-          Para el Hummus de pimientos del piquillo: añade seis o siete pimientos del piquillo, y los bates junto con el ajo.
-       Para el Hummus de aceitunas y champiñones: añade los 100gr de cada cosa (aconsejamos picarlos un poco para que se batan mejor) y los bates junto con el ajo.
-          Para los demás hummus, pues lo mismo.

Considerando que has cocido 400 gr de garbanzos, yo haría lo siguiente, dividir los garbanzos que tienes en dos partes y hacer dos variedades diferentes. Para empezar recomiendo el normal (sin nada en el segundo paso) y el de pimientos del piquillo (con los seis o siete pimientos del piquillo, limpios de semillas, guarro).

Ahora llega la hora de la verdad, ya que hace falta equilibrar las cantidades bastante bien para que el hummus tenga la consistencia adecuada. Vamos a echar 200 gr de garbanzos (la mitad de lo que has cocido), un chorrito del vaso de caldo de los garbanzos, el zumo de un limón pequeño y un cuarto de vaso español de aceite de oliva. Para que la mezcla resulte rica de la muerte, es importante que los garbanzos estén bien cocidos y que la proporción de líquidos sea la correcta. Es ideal empezar añadiendo muy poquito caldo y probar. Si no se mezcla bien, dejar de batir, remover la mezcla y probar otra vez. Si sigue sin mezclarse bien, añadir un poquito más de caldo, y así. Siempre hay que añadir entre un cuarto de vaso de caldo (hummus denso) a medio vaso de caldo (hummus caldúo), nunca máis, Santo Tomáis.

Cuando este todo mezclado, añade la cucharada sopera de tahini, una cucharadita llena de comino, otra llena de pimentón picante, un poquito de perejil picado y un chorrito de vinagre crianza. Yo prefiero no ponerle sal, pero vosotros probadlo y si veis que le falta le ponéis más. ¿A mí que coño me importa lo que hagáis?

Inciso con respecto al tahini: google dice que es una crema de sésamo y yo que huele a cacahuetes; es un producto de Oriente Medio que en Cáceres solamente he encontrado en la herboristería de Pintores por 4 euros –considerando que es importado, bastante bien de precio- lo que no quiere decir que no lo haya en otros sitios. Si eres un puto cutre, puedes hacerlo sin tahini, pero es como hacer la tortilla de patatas sin huevo, que lo sepas.

Vuelve a batir todo hasta que los ingredientes estén uniformemente mezclados y la textura del hummus sea cremosa y monocolor (como la España del Partido Popular). Te acabas de currar un hummus que no se lo salta un gitano ni aunque se apellide Bubka.

Recuerda que has guardado 200 gr. de garbanzos para hacer una segunda variedad de hummus. Limpia un poquito la batidora, y vuelve a empezar desde el principio para hacer le segundo set.

Este comedor de plantas desalmado y cabrón recomienda guardarlo en un recipiente plástico (“tupper”, para monguers) y meterlo a enfriar, que frío está más rico. Te va a durar fresco (si lo mantienes en el frigo) como quieras tres días. A la hora de servirlo, no olvides hacerlo con trocitos de pan tostado y espolvoreando un poco de pimentón dulce por encima: follas seguro.
Por menos te ha caído una gayola.

Hasta aquí ha llegado su Violencia Vegana de esta semana: ágil como un anuncio de banca e igual de hijo de puta. Les invitamos a que hablen a sus amigos, en la oscuridad y entre escalofríos, de la existencia de este blog. También pásense por la receta anterior, que hemos añadido fotos.

Hasta el próximo lunes, les dejo comiendo chorizo, pizzas y otras guarrerías de perro carnívoro.

Abrazos Diodenales.

El Vegano Cabrón.

lunes, 1 de agosto de 2011

BURRITO VEGANO
 (o Cagarruta de oveja, en lecho arrozal Satánico-tomatero, amortajado  inmisericordemente por manto de maíz)
DIFICULTAD: Monguer
TIEMPO DE PREPARACIÓN: Dos horas como quieras, pero tranquilitas, sin sudar.

Esta receta es cojonuda, porque surgió de la nada y del juntar dos o tres cosas que sobraron de otras recetas. Y esta rico que te cagas. Es un poco coñazo porque hay que elaborar tres platos independientemente, y después perder tiempo montándolos. Pero contando con los niveles de desempleo en España, hay más de un 20% de posibilidades de que no tengas NADA que hacer con tu puta vida en este momento, así que bien podrías invertir tu tiempo en hacerte de comer como un Rey, aunque tu situación económica sea la de un siervo.
Por tanto esta receta te va a demandar habilidades multitarea, aunque cada una de las tareas en sí es sencilla. Te prometo que valdrá la pena (si lo haces bien, claro, que esa es otra). Recomiendo cocinar cantidad suficiente como para hacer al menos doce o trece burritos, de ese modo te quedará material para hacértelos al menos tres días (o invitar a alguien a quien quieras impresionar/follar).
Pero bueno, vamos al tema ya, que me enrollo como las putas persianas:

INGREDIENTES

Divididos en los tres componentes principales del burrito

Para el Pico de Gallo Españolizado (PREPARACIÓN: DIEZ MINUTOS)
  • 1 tomate grande, ande o no ande –o dos pequeños- (recuerda que cuanto más feo sea el tomate, más bueno es)
  • 1 o 2 cebolletas, según el tamaño. 
  •  1 latita de maíz dulce. 
  •  Un par de ramitas de cilantro natural, nada de esa puta pasta ya machada que venden ahora. 
  •  Lo mismo de perejil. 
  • El zumo de un limón entero (para los hermanos de allende los mares que me leen, en España llamamos Limón al amarillo, el que es más grande). 
  •  Un chorraco (al gusto) de vinagre crianza. Desde aquí aprovecho para cagarme en el balsámico de Módena. 
  •  Aceite de Oliva al gusto. 
  • Opcional: aceituna picada.

Para las alubias negras (PREPARACIÓN: HORA Y MEDIA)
  • Un vaso español (el feo, el pequeño de la nocilla) de alubias negras. 
  • Tres vasos de agua. 
  • Una pastilla de caldo vegetal. 
  •   Sal y un poco de aceite de oliva.

Para el arroz satánico (o de Satán) (PREPARACIÓN: VEINTE MINUTOS)
  • Un vaso español (ya lo he explicado antes, no me jodas) de arroz basmati. 
  • Tres vasos de agua. 
  •  Medio pimiento rojo y medio pimiento verde. 
  •  Cinco dientes de ajo. 
  • Otra pastilla de caldo vegetal. 
  •  Especias por un tubo, chaval: Una hoja de laurel, Pimienta negra, pimentón picante, cúrcuma, comino molido, curry y romero. 
  • Un chorrito (o chorrón, al gusto, so melón) de salsa verde mexicana.
Y, por supuesto, un paquete o dos de tortillas de trigo: las Hacendado son a la par baratas y cojonudas. Huye de Old EL Paso como de la puta peste bubónica.

CONCEPTO
Antes de empezar a explicaros como cocinar esto, es importante conocer el concepto, ya que va a darte la libertad de cambiar la receta en lo accesorio sin cagarla y destruirla por completo en su esencia. Como ves todos los ingredientes son plantas: por eso se llama burrito vegano, merluzo. Si quieres y no eres vegano, le puedes poner trozos de carne de animal apestoso, o queso u otras mierdas. Allá tú y tu acidez de estómago. El plato combina los tres elementos expuestos antes, cada uno con una función en el conjunto: el arroz pica y da sabor, el pico de Gallo alivia el picante y refresca, por último el frijol negro sirve para unir los tres elementos (actuando como una especie de cemento) y para realzar texturas. Además, dan morbo porque parecen mierda de oveja. 

Adivina: ¿Cuál es comida y cuál es caca?


 PREPARACIÓN

Lo primero que hay que hacer es ocuparse de los frijoles (ya que son de lejos lo que más tiempo necesita). No olvides ponerlos en remojo la noche antes, o te quedarán duros, coño. En una cazuela pequeña (si es de barro cojonudo, sino, cualquiera vale), pones el agua, la pastilla de caldo vegetal, un chorrito de aceite y sal al gusto (no pongas mucha que con el caldo vegetal ya va medio sobrado). Cuando hierva, echas las alubias, negras como tu alma de vegano cabrón; remueves, y cuando vuelva a hervir lo bajas a fuego lento (el 4 de la vitro, para monguers). Ahí van a estar las primas recociendo por los siguientes 90 minutos, tiempo que vas a aprovechar para encargarte de las otras dos patas del banco.

Es hora de enfrentarse al Pico de Gallo Españolizado, para zotes peninsulares, estamos hablando de una ensalada de tomate natural. Para los hijos del Sol, le llamamos españolizado porque el espíritu de Cortés ha mancillado la receta tradicional con cosas como el vinagre y el aceite de oliva. Siendo una ensalada, todos los ingredientes van a ir crudos, por tanto es la parte de la receta que menos ciencia tiene, así que es “casi” imposible que la cagues. Pica el tomate (sácale el agua y límpiale las semillas antes, guarro), la cebolleta, el cilantro y el perejil. Mézclalos en un bol. Añade la lata de maíz (escurre el agua primero, hijo mío), el vinagre, el zumo de limón y una cantidad generosa de aceite de oliva. Si te molan las aceitunas, puedes picar diez o doce y echarlas también.  Asimismo, no sería ningún crimen sustituir el limón por dos limas (las verdes redondas). Una vez este todo bien mezclado, al frigorífico con ello. Es importante preparar esto lo primero porque, en la hora y pico que queda hasta que los frijoles terminen de cocer, el limón y el aceite de Oliva van a penetrar sin piedad en el resto de ingredientes. Recordando así como en su día aquellos extremeños harapientos penetraron en el Imperio de la Serpiente Emplumada. De ahí el nombre de la ensalada.

Por último, le toca al Arroz Satánico. Esta es la carga explosiva del burrito, es muy importante no hacerlo MAL sino DEL MAL, lo cuál debería ser una constante en tu vida, para eso estás leyendo este puto blog. Primero pica juntos los cinco dientes de ajo y los dos medios pimientos. Después te van a hacer falta dos cazos. En uno pones los tres vasos de agua y la pastilla de caldo vegetal, y lo pones a fuego fuerte hasta que hierva. Cuando hierva, echas el arroz basmati y una hoja de laurel, remueve, y cuando vuelva a hervir, bájalo a fuego lento (el cuatro de la vitro, te lo he dicho antes, imbécil). Esto va a estar en unos 13 minutos, así que ten listo un colador grande para entonces. 
En el otro, pones aceite de oliva (lo bastante para que se forme una capa de un par de milímetros en el fondo) a calentar a fuego medio. Cuando el arroz del primer cazo lleve como cinco minutos cociendo, echas en este otro el ajo y los pimientos. Déjalos arder al calor de Satán unos ocho minutos, para que su amor infinito llene tu burrito de sabor. No te preocupes en exceso de tu alma, porque seguro que no tienes. Y si la tuvieras, tampoco sabes dónde está, así que ¿qué más te da?

Cuando el arroz esté cocido, vierte el contenido del cazo en el colador grande, escúrrelo de líquido como buenamente puedas (con una cuchara grande, con el pito, ¿yo que sé?), y una vez este seco y limpio, lo añades al cazo dónde habías dejado friéndose el ajo y los pimientos y bajas el fuego. El siguiente minuto es un poco frenético y estresante, ahí tienes que preocuparte en añadir todas las especias (la pimienta negra, el pimentón picante, la cúrcuma, el comino molido, el curry y el romero), mientras remueves el arroz sin parar. Es importante ser generoso con la cúrcuma y el comino (para mi gusto), pero vamos hazlo como a ti te mole, que sobre gustos con las especias no hay nada escrito (y aunque lo hubiera, te la suda, porque dudo mucho que leas).

Llego el momento de añadir la salsa verde mexicana. Aquí el tema cantidad también depende de cada individuo. No te pases o, como nenaza penínsular, perecerás entre picores atroces. Es mejor echar un poquito, mezclar, probar, y corregir. Un par de minutos removiendo esta ponzoña diabólica y ya debería estar listo. Apártalo.

Probablemente habrás tardado unos 40 minutos en hacer el pico de gallo y el arroz, por lo que todavía les quedan 50 minutos a las alubias. Da justo para hacerse una paja y echar un FIFA. No olvides entre córner y córner ir a vigilar las alubias y removerlas para que no se peguen…

TIC- TAC- TIC- TAC- TIC- TAC

DIODENARL!
Además de rico, colorido y bonito.

Pues sí, ha pasado la hora y media, las alubias están cocidas, tiernas y sabrosas, como ellas en las fiestas de fin de curso. Es hora de montar los burritos.

Colocarás los tres ingredientes (Pico de Gallo, Alubias Negras, Arroz Satánico) en tres tuppers o platos hondos, o lo que tengas que no sea ASQUEROSO. Pondrás una sartén ondulada (la de hacer los sándwiches de jamón y queso. Tu abuela seguramente la llamaría Carmela) a fuego medio (no le pongas aceite, melón). Vamos a usar esta sartén para calentar las tortillas. CALENTARLAS, ¿eh? No vamos a quemarlas, ni a cocinarlas. Solo calentarlas para que después, al enfriarse, se queden rígidas y el burrito mantenga su forma.
Asina

Por tanto, echas una tortilla cada vez, la dejas en la sartén unos segundos. Le das la vuelta, otros segundos, y cuando esté caliente (y antes de que se acartone, ¡no cagarla!) la sacas. Rápidamente, mezclarás en el centro de la tortilla en porciones semejantes un poco de Pico de Gallo, arroz satánico y cagarrutas de oveja. Asegúrate de no echar demasiado, o no se cerrará. Empaqueta el relleno con la tortilla como si fuera un regalo (doblando un extremo hacia dentro y después plegando los laterales en torno al relleno hasta que quede prieto) dejando un extremo abierto.  Una vez empaquetado así, ponlo boca abajo en una fuente o plato grande y vuelve a empezar.
Así esá bien de cantidad, ansioso.

Doblas por abajo.

Giras desde la izquierda

Solapas la mitad derecha debajo de la izquierda

A tomar por culo, así se las ponían a Fernando VII.

Lo cojonudo de la receta es que lo mismo puedes montar dos o tres burritos ahora y guardas los ingredientes (duran en el frigo unos tres días), o puedes hacer burritos hasta que se termine y guardarlos ya hechos. Allá tú.
Por el culo te la hinco.

Solamente que sepas que están buenos que te cagas, son fáciles de comer y molan. Y que, con el permiso del Chef Vegano del Black Metal, llevan el calor de Satán.

¡Hasta pronto, hijos de puta!